Jueves, Octubre 10, 2013
Consuelo
ACEPTO EL CONSUELO Y LA FORTALEZA DE DIOS.
El abrazo de un amigo o la llamada de un ser querido me recuerda que no estoy solo. Sin embargo, la presencia de Dios está conmigo siempre, aun cuando un amigo no esté presente. Cualquiera que sea el desafío que enfrente, saber que nunca estoy separado de Dios me bendice.
Al orar, voy más allá del reto actual hacia la realidad de la presencia de Dios. No es que pretenda que la situación triste e indeseada no existe, sino que determino elevar mis pensamientos por encima de ella y pensar sólo en Dios. Invito al poder divino a mi experiencia. Esta práctica devota hace que esté plenamente consciente de la presencia sosegadora y fortalecedora de Dios. Soy fuerte y capaz, ya que estoy lleno de Dios.
Cuídame como a la niña de tus ojos; protégeme bajo la sombra de tus alas.—Salmo 17:8
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